Iba a publicar una entrada titulada “primeras impresiones de Ouya”. Pero luego me paré a pensar que hace casi un mes que tengo la consola, así que no me parecía muy apropiado poner un título que invitara a pensar que solamente la he probado un par de horas.
De hecho, puedo decir casi con exactitud que le he dedicado entre 40 y 50 horas. Y ni un solo minuto de ese tiempo ha sido empleado en juegos de su catálogo. ¿Os sorprende? Voy a intentar empezar por el principio.
Todo comenzó cuando me dispuse a jugar a un conocido JRPG de PS1 en PC con el emulador. Cuando llevaba 15 minutos me harté de estar sentado en la silla del ordenador y, sobre todo, del manejo con teclado. Así que se me ocurrió la idea de bajarme el emulador ePSXe para mi Android y continuar la partida en él (va de lujo, por cierto). Pudiendo así llevarme la partida al sofá.
Cuando llevaba un par de días de juego me empecé a cansar del manejo táctil y, especialmente, de tener que jugar en una pantalla tan chica. Sería perfecto poder jugar en la televisión grande del salón, me dije. Así que empecé a divagar y cuando me quise dar cuenta estaba comprando en Amazon la puñetera Ouya.
Cuento toda esta historia inicial porque ya sabéis de sobra que me da auténtico asco todo lo que implique hablar de videojuegos en el ámbito de los smartphone, llámalo Android o iOS.
No os preocupéis, no me he cambiado de chaqueta. Compré Ouya exclusivamente por y para los emuladores. Y debo decir que es el dinero mejor invertido en muchos años de dedicación a los videojuegos.
Lo primero que llama la atención cuando abres la caja y ves la consola es su tamaño. Es exageradamente pequeña, tanto que puedes cubrirla totalmente con una sola mano. De hecho su mando es varias veces más grande que ella. Esto es indudablemente algo bueno; la tengo puesta al lado del televisor y pasa totalmente desapercibida. Su forma de cubo aparenta más ser un cenicero, o cualquier otro adorno de la casa, que una consola.
El siguiente impacto visual llega cuando estás configurando tu Ouya y ves que te pide obligatoriamente introducir una tarjeta de crédito para poder tan siquiera empezar a moverte por el menú. Evidentemente no me dio la gana de que me obligaran a hacer algo así, por lo que tuve que buscar en internet hasta encontrar una forma de hacer que la consola se tragara que le habías metido una tarjeta de crédito válida (quien quiera saber más que me lo pida en los comentarios).
Excepto ese pequeño y decepcionante detalle, la consola es todo y más de lo que me esperaba. En su mismísima tienda de aplicaciones ya tienen un apartado llamado “Emuladores”. Y ahí ya os podéis imaginar lo que hay: Nintendo, Súper Nintendo, Nintendo DS, Nintendo 64, Game Boy, Game Boy Advance, Atari, Mega Drive, Master System, Neo Geo, Dreamcast, Amiga, PlayStation… prácticamente todas las consolas anteriores a la era 32 bits son emulables directamente desde la tienda de Ouya, sin necesidad de trastear con el APK de aquí para allá. Y, lo mejor de todo, perfectamente configuradas para ser jugadas con el mando.
Días antes de tener la consola cogí un pendrive de 32GB y lo llené de ROMS. Ni que decir tiene que no hubo ningún problema a la hora de que la consola leyera todos esos datos. A los pocos minutos de configurarla ya estaba sumergido en un mar de nostalgia y amor con los clásicos que me vieron crecer.
Soy consciente de que me he gastado 100€ para tener comodidad, simple y llanamente comodidad. Todo lo que hago con Ouya lo puedo hacer con mi PC o, directamente, con mi teléfono móvil. Pero no de forma tan fácil.
Poder darle a un botón y tener instantáneamente miles de juegos perfectamente configurados para ser jugados con un mando es una auténtica gozada. Además, Ouya está tan bien hecha en ese sentido que conectar un mando de PS3 o Xbox 360 para jugar con él es tan simple como… conectarlo. Ella sola se encarga de sincronizarlo y hacerlo funcionar. Nada de drivers ni historias.
Digo lo de conectar un mando de PS3 porque el nativo de la consola no es especialmente bueno. Se deja jugar y es cómodo, pero los acabados son bastante malos, con unos gatillos infernales y una cruceta un pelín desesperante (aún así, mejor que la de Xbox 360). Lo importante es que haya alternativas, poder elegir. Y con Ouya eso lo tienes.
Ahora vamos a lo importante. ¿Si no quieres emuladores te puede interesar la consola? Teniendo en cuenta que hay gente a la que le gusta Final Fantasy XIII, yo ya no me atrevo a decir nada. Pero sí os aseguro que comprarse una Ouya para jugar a su propio catálogo es una de las estupideces más grandes que se pueden hacer. Para empezar porque partimos de la base de que el 90% del catálogo de Android es una basura. El otro 10% restante son ports de juegos exitosos en PC, que se escapan de la categoría basura pero tampoco van mucho más allá.
Ahora nos vamos a Ouya, donde su catálogo es una limitadísima selección del catálogo de Android. Tenemos entonces una basura de catálogo que además está capado. ¿A alguien le interesa esto?
Lo bueno, si es que hay algo, es que te aseguras que todo lo que esté en la tienda de Ouya es 100% compatible tanto con la consola como con el mando. No ocurre lo mismo cuando hablamos de los móviles, ya lo sabéis.
En resumen, mi experiencia con Ouya ha sido muy satisfactoria porque ya sabía qué es lo que me iba a encontrar. Tenía en mente darle un uso muy específico, y eso estoy haciendo. En ese sentido la consola es una auténtica maravilla. No hay un solo día en el que no vuelva a la infancia y rejuegue alguno de los juegos indies actuales clásicos de antaño que tanto amor nos han dado a todos.
Inciso.
Hace una semana dije esto en twitter:
Solo quería avisar que no se me ha olvidado. Mi Ouya ya está preparada: